Los Dragones

Ante todo, es preciso definir con exactitud qué es un dragón. Las referencias a estos animales están presentes en muchos escritos y grabaciones, pero los dragones también son protagonistas de un gran número de historias y cuentos. Así, a menudo resulta difícil distinguir la realidad de la fantasía.

Los dragones son criaturas poderosas, en su mayoría aladas, y de entre los cuales, casi todos, tienen la capacidad de escupir fuego. Las puntas que adornan la cola, el cuerpo o la cabeza generalmente son cortantes y venenosas. Guardianes de tesoros, cultivan el arte de los enigmas. Habitan predominantemente en grandes grutas y en cavernas aisladas. Hasta donde la memoria de mago alcanza, los dragones han existido siempre. Son muchos los testimonios que explican historias de dragones. Desde el bueno que ayudó a un caballero, al malvado que siembra el terror y protege su tesoro. Pues los dragones roban todo aquello que brilla. Algunas especies prefieren las joyas, otras simplemente el oro. Pero, independientemente de la naturaleza del tesoro, es muy difícil conseguir quitarle algo a un dragón, puesto que protegen ferozmente sus bienes.

En la actualidad los muggles prefieren creer que los dragones han desaparecido de la faz de la Tierra, pero no es así. Su número ha disminuido considerablemente desde hace muchos siglos, pero todavía existen algunos ejemplares diseminados en varios puntos del Planeta: Asia, Europa del Norte o Sudamérica. Como son inteligentes se esconden de los muggles, que no entenderían su existencia.

Tipos de Dragones

Aunque existen muchas especies de dragones, todas ellas tienen características comunes, como las escamas que recubren todo su cuerpo. Sin embargo, según sean de tierra, de agua o de fuego, los dragones tienen morfologías y actitudes diversas.

Dragones de tierra: probablemente la especie más común. Pueden alcanzar los 34 metros de envergadura de las alas y escupen fuego. Su color varía según el entorno natural en el que se encuentran. Los hay de varios tipos, pero los más conocidos son el blanco, el verde y el negro. Los blancos y verdes permiten que se les acerquen y pueden llegar a hacerse amigos de los hombres. En cambio, es mejor mantenerse a distancia de los dragones negros que son realmente temibles.

Dragones de agua: variopintos y graciosos, son los únicos que no pueden volar. Por un buen motivo, los encontramos solamente en los entornos acuáticos. Sus escamas tienen el color del agua, pasando por todas las tonalidades de azul y con algunos toques dorados. Tímidos por naturaleza, muy raramente se dejan ver. Prefieren nadar en las profundidades a aventurarse a salir a la superficie.

Dragones de fuego: dificilísimos de observar, los dragones de fuego son los más fuertes, los más buenos y los más bellos. Salvo alguna pequeña excepción, son fervientes pacifistas. Viven cerca de grandes fuentes de calor, como los volcanes. Estos dragones salen poco de sus madrigueras, pero no es extraño que, al caer el sol, vayan a estirar un poco las alas bajo los últimos rayos. Es entonces cuando sus escamas adquieren el mismo color de la puesta, mimetizándose a la perfección con el entorno.